Aburridos? Aquí os dejo lectura. Largo pero interesante y casi que educativo. Lo ha escrito una compañera del periódico y me ha dejado que os lo transcriba, para que nos instruyamos....

No es lo mismo que te fabriquen en enero, que en agosto o en abril. En el espíritu del polvo que te engendró están las claves de tu personalidad, más que en el estado en el que se encontraba Venus alineado con la Luna cuando naciste. Más que la suma de los números de tu cumpleaños. Llevo un tiempo analizando casos prácticos y ya estoy preparada para lanzar las conclusiones del estudio.

Empecemos por el sexo de enero. Mucho frío. Los espermatozoides no deben estar muy lanzados para salir, están indecisos, pero cuando lo hacen, buscan el calor del óvulo decididos y expectantes por ver qué se cuece allí dentro. Los nacidos en octubre son, pues, vacilantes, algo inseguros, aunque si ya se han lanzado, lo hacen con todas las consecuencias.

En febrero, aunque sigue haciendo frío, los días empiezan hacerse algo más largos poco a poco y eso motiva. Los bichitos siguen paraditos, algo atónitos por lo que se avecina y queriendo no ser expulsados antes de que se produzca el nacimiento de las flores. Así, fecundan refunfuñando. Preferirían ser un rollito de primavera. Los nacidos en noviembre son cascarrabias a la par que intensos en sus planteamientos.

En marzo se da una de las mayores contradicciones. La primavera está a las puertas de la esquina y con ella, la astenia. El esperma se encuentra algo más cansado que de costumbre pero su lasitud se contrarresta con el espíritu de explosión vital al oír el cantar de los pajarillos y sentir el olor de los yerbajos. Quien nace en diciembre vacila entre la atonía y la fortaleza de espíritu, según como le coja el cuerpo.

¡En abril, ay, polvos mil! Es el mes festivo por antonomasia. El líquido seminal es como el rebujito y el óvulo recibe a porta gayola. El alcohol puede afectar al acarajonamiento del individuo en cuestión, aunque no es determinante para que los arrojados al mundo en enero quieran aprovechar al máximo la vida, disfrutar y rememorar lo entretenido del polvo de su germinación en cada encuentro. Tienen sus momentos de resaca, claro.

Mayo, mes de las flores, alegría y alboroto que se contrarresta con las alergias. O sale propulsado por un estornudo o anda canturreando el pobre espermatozoide, hasta que se despista y el óvulo despiadado lo trinca por banda. Los que celebran su aniversario en febrero son así: despistados, picaflores, algo confiados en el amor.

Junio es neutral. Un algo así como ni chicha ni limoná. Más planitos. Ni hace mucho calor todavía, ni están de vacaciones, ni hay mucha fiesta en la que echarse algo a la boca. Quien nace en marzo sabe que tampoco está destinado a nada malo, pero tampoco a nada extremadamente bueno. En el término medio está la virtud (sí, sé que es triste).

Con lo calores de julio, vuelven los problemas para que el semen esté en sus óptimas condiciones. En la huevera se conserva fresco, pero salir por salir… como que no. Aún así, el ambiente vacacional, las cervecitas en los bares, la playa y los amores de verano convierten a los que nacen en abril en una suerte de bohemios incomprendidos, algo dados a la melancolía pasajera y a la flojera existencial.

En agosto ya ni hablamos. Atontolamiento máximo. Sea por el calor o por la falta de actividad intelectual de tantos días de asueto, estoy segura que en el escroto están las alimañas fecundadoras bajo la sombrilla. Si habéis nacido en mayo, probablemente, sabréis a qué me refiero cuando afirmo que soléis tender al pasotismo y a los descuidos.

Septiembre. Vuelta al cole. Más dispuestos que nunca, allá van con sus maletitas, sus deberes hechos y con ganas de apuntarse al gimnasio. El gameto que sale en septiembre, encuentra las aulas abiertas de par en par. Los niños de junio son decididos, dispuestos, excelentes estudiantes.

En octubre la melancolía del otoño se apodera de todas las células masculinas y femeninas. Son polvos tristes, nostálgicos, apesadumbrados. Los nacidos en julio tienen dos opciones vitales, o declararse en rebeldía contra lo taciturno de su carácter y tornarse en excelentes amantes para compensar, que tengo entendido que es la opción mayoritaria, o fingirse alegres y dicharacheros y ser en el fondo unos tristes.

Ya vamos llegando a noviembre. El mes de los muertos. No promete mucho. Agosto es cálido y puede que lo presientan los pobre espermatocitos que echan el resto por salir de la espiral fúnebre que rodea la cama. Son voluntariosos y optimistas los que llegan en agosto, eso sí.

Y diciembre. El polvo del ahora o nunca, el último del año. Puede ser en Noche Buena, y llegar con el turrón debajo del brazo o en Navidad, como regalo de Papa Noel. La fiesta familiar, de recogimiento y compañía de los que más quieres hace que el esperma se lance a la pandereta con más ganas. En septiembre, el apasionamiento como regalo es la forma que determina la personalidad de los venidos al mundo en estos días.

Luego están las indeterminaciones, como eso que en astrología se llaman decanatos (primero, segundo o tercero, según la quincena del mes o el día exacto), y los ascendentes, las combinaciones y las compatibilidades. Seguiré trabajando. Si no estáis conformes con lo que ha arrojado el estudio, siempre podéis considerar que sois la excepción que confirma las reglas, mis reglas.

Isa A.